"Pues el Dios invisible, inaccesible, por lo tanto silencioso acerca de lo que se le puede hacer decir o adjudicarle, no se rebela cuando algunos se pretenden elegidos por él a fin de hablar, decretar y actuar en su nombre para bien o para mal. El silencio de Dios permite el palabrerío de sus ministros que usan y abusan del epíteto: aquel que no crea en su Dios, por lo tanto en ellos, se convierte en ateo de inmediato. De ahí surge el peor de los hombres: el inmoral, el detestable, el inmundo, la encarnación del mal. Hay que encarcelarlo en el acto, torturarlo o matarlo."
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Cita nº 117
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