Y así fue como el día después de correr la Vig-Bay sin morir en el intento apreté el famoso "Enter" en el Ministerio de Sanidad y cogí mi plaza de residente de Medicina Interna.
Ahora llevo ya unas dos semanas trabajando como residente de Medicina Interna en el hospital Vall d'Hebron y poco a poco voy siendo consciente de que acabo de comenzar una nueva etapa de mi vida. Atrás quedan muchas cosas, buenas y malas, aunque más buenas que malas. Ahora se abre ante mí un de momento largo recorrido a través de la formación sanitaria especializada, en el que los próximos meses prometen ser muy duros.
Es un cambio brutal el pasar de ser mero observador como cuando eres estudiante de Medicina a tener ya una responsabilidad sobre tus pacientes. De eso me dí cuenta hace un par de días, en mi primera guardia cuando me pusieron en el triaje. El triaje (galicismo que proviene del francés, aunque aún no aparece en el DRAE) es una labor bastante puñetera que a casi nadie le gusta realizar y por tanto, acaba siendo la labor del último mono del hospital, es decir, el residente de primer año (R1). Consiste en descubrir más o menos que le puede estar pasando al paciente en no más de dos minutos y derivarlo o bien a un especialista de tipo quirúrgico (otorrinolaringólogo, oftalmólogo, urólogo, etc.) o bien a uno de los dos niveles de Urgencias (el nivel 1 para los que no son urgentes y el 2 para los que verdaderamente son urgencias médicas). El objetivo del triaje es no tener a pacientes realmente graves en la sala de espera durante horas y horas y que estos puedan pasar directamente dentro sin esperar demasiado. Dicho así puede parecer hasta fácil, pero cuando tienes a una persona delante y no tienes ni la más remota idea de lo que le puede estar pasando y tienes que decidir si es grave o no... pues acojona, y mucho. Lógicamente, ante la menor duda, siempre los mandamos al nivel 2, pero como es lógico no puedes mandarlos a todos allí porque sino colapsarías las urgencias y estarías haciendo una mala práctica. Así que verdaderamente lo pasé un poco mal en algunos casos. Por suerte, a todo se acostumbra uno y enseguida te das cuenta de que en el fondo, el triaje tiene mucho de sentido común. Con todo, puedo decir que verdaderamente fue el primer momento en el que me sentí más médico que estudiante, porque es verdad que estas primeras semanas nos tienen bastante "protegidos" en la planta e incluso en las urgencias (salvo cuando estamos solos en el triaje).
Además del trabajo como residente también he comenzado otro trabajo como tutor de mi academia del MIR, pues creo que puedo aportar mi experiencia a los nuevos alumnos y dada mi situación actual de recién llegado a Barcelona en estos momentos un pequeño sobresueldo me viene muy bien.
Y por supuesto, en último lugar, aunque no menos importante, en esta nueva etapa que empiezo también hay mucha gente a la que conoceré y que ya he empezado a conocer en las primeras cenas de quedadas de residentes del hospital, un colectivo muy, muy amplio (sobre unos 500 y pico, lo que representa un 40% de todos los facultativos del hospital).
Por todas estas razones y más ha llegado el momento de que la Taberna eche el cierre. Desde que el "Primer Post" inauguró esta casa han sido con esta 477 entradas en las que he escrito acerca de mis muchas inquietudes y puntos de vista. Ahora ha llegado el momento de centrarse en aprender mi profesión, pero es muy probable que en un futuro, cuando ya esté asentado tanto en la ciudad como en el hospital me decida a abrir un blog de temática médica.
Como despedida, me gustaría dejar una última cita, de Carl Sagan, que leí en el magnífico blog La pizarra de Yuri, y dice así:
"Si no somos capaces de pensar por nosotros mismos, si somos renuentes a cuestionar la autoridad, entonces somos sólo marionetas en las manos de quienes están en el poder. Pero si los ciudadanos están educados y son capaces de formarse su propia opinión, entonces los que están en el poder trabajarán para nosotros. En todos los países, deberíamos enseñar a nuestros hijos e hijas el método científico y las razones por las que existe una Declaración de Derechos. Y con ello, una cierta dosis de honestidad, humildad y espíritu comunitario. En el mundo acosado por los demonios donde vivimos por el mero hecho de ser humanos, esto puede ser todo lo que se interponga entre nosotros y la oscuridad."