Recursos Limitados
Miró al candidato varias veces, con el ceño fruncido. Como jefe de la sección de Recursos Humanos, el deber de López era el de elegir a los más aptos, a los que pudieran asegurar una perpetua fidelidad a la empresa y a sus valores. El candidato, por otro lado, estaba hundido en una silla baja, al otro lado del escritorio, con el pelo tan engominado que brillaba bajo la luz de los fluorescentes.
- Señor Pemba... he llegado a una conclusión: creo que me oculta algo - dijo con mesura.
Pemba puso cara de sorpresa, removiéndose en el asiento. Se sentía incómodo dentro de esa ropa: calcetines sucios, camiseta blanca manchada de aceite, sandalias de piel, vaqueros desgarrados, cadenón de oro sobre el pecho... Estuvo a punto de presentar objeciones corteses, pero recordó su papel y se limitó a gruñir con una risa grasienta y forzada.
- Bobadas, jurs jurs... - dijo entre risas, mientras se sacaba un moco de la nariz.
- En el test psicotécnico, por ejemplo, - comenzó López, sacando una plantilla anaranjada de una carpeta -, ha obtenido usted una puntuación excesivamente alta. Para más inri, ha resultado positivo en los ítems de control... Contestó sí a "No tengo libros en casa"...
- ¡Si es verdá! - se apresuró a comentar Pemba con la mejor voz ronca que podía simular. Soltó un dramático eructo a guisa de comodín conversacional. López levanto una ceja.
- Resulta que los auténticos zoquetes que necesitamos en esta empresa, sí leen de vez en cuando un libro. Aunque sea uno al año. Por ejemplo "Los Pilares de la Tierra" de Ken Follett, ese ladrillo infumable tan de moda. El verdadero zopenco analfabestia siempre tiene dos o tres libros en casa, además de las páginas amarillas.
- Uh... ¡protesto! ¡Hubiese leído, de haber tenido libros! - gritó Pemba, poniendo los pies sobre la mesa de teca.
- Buen intento: ¡baje los pies! ¿A quién quiere engañar, eh? Ha usado un tiempo verbal de subjuntivo. Eso es gravísimo. ¡Tiene una titulación universitaria y no lo puso en el currículum! - contestó López, rojo de ira.
Pemba miró al suelo.
- Venga, hombre. Dígame cuál es. Terminemos con esta farsa. Ni siquiera es capaz de escribir con faltas de ortografía... - masculló el jefe de RRHH, levantándose de la silla y apoyando los nudillos de las manos encima de la mesa.
- Soy Doctor en Biología... - confesó Pemba con tristeza. López se puso de pie. Una sonrisa feroz le atravesaba el rostro. Caminaba de un lado a otro de la habitación, gesticulando.
- Je. Otro que intenta colarse. ¿Cuándo lo entenderán? ¿Cuándo se darán por vencidos? ¡No necesitamos a gente formada, inteligente o capaz de innovar! ¡No queremos problemas! No queremos gente competente, sino incompetentes manejables. ¡Fuera de aquí!
Pemba se levantó de la silla lentamente, dio media vuelta, y abandonó la habitación, derrotado. Unos segundos después entró la secretaria, llevando el café.
- Q tipo + raro l q a ntrao... avla komo m profsr dinstituto...
- Klla i dile al sguent k ps.
domingo, 20 de agosto de 2006
Recursos limitados
Aunque no esté de acuerdo en lo referente a "Los Pilares de la Tierra", me ha encantado este relato de La Cosa Húmeda:
Vía | La Cosa Húmeda
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