martes, 18 de julio de 2006

El señor de la guerra

Era esta una película largamente esperada después de leer las alabanzas que le había dedicado cp tras su estreno en los USA. Curiosamente, mis amigos no opinaban lo mismo y me costó lo suyo convencerles para ir a verla. Por suerte, por una vez en la vida, las expectativas que tenía sobre la película se cumplieron sobradamente.

Simplemente con ver el principio ya sabes que la película te va a encantar. Como casi todas las buenas películas, ésta comienza con los títulos de crédito, una costumbre largo tiempo olvidada en Hollywood. Los créditos van insertados a lo largo de la que seguramente es la mejor secuencia de toda la película. Con la cámara fija vamos viendo la vida de una bala desde que es una simple plancha de metal hasta su destino final en la cabeza de un niño, pasando por toda una serie de intermediarios a lo largo del mundo.
Tras este brillante comienzo, la película cuenta la vida de Yuri Orlov, un emigrante ucraniano en los USA, que en primera persona nos va explicando cómo llegó a convertirse en un importante traficante de armas.
El guión, basado en hechos reales como se dice al final de la película, está construido a partir de las vidas de 5 traficantes de armas reales y por supuesto con las aportaciones personales de Niccol. Esta autobiografía es sobre todo comedia, con su abundante sarcasmo y humor negro , mucho más que drama. Con ello, Niccol crea una crítica feroz y mordaz contra la hipocresía de un mundo que permite un negocio tan sucio y a la vez lucrativo como el tráfico de armas. Cada personaje aporta un punto de vista diferente al respecto: Yuri, justificándose, su hermano rechazándolo y su mujer cerrando los ojos al respecto. Para mí es un acierto ese tono ambiguo y sarcástico, que al final acaba resultando mucho más duro mostrando la cruda realidad que si la película fuese el típico drama/crítica/documental.
Pero, lo mejor de esta película es que no se queda en un argumento temático de crítica, sino que además es una cinta genial en todos sus aspectos. El montaje, haciendo uso de un recurso tan peligroso como la narración en primera persona es sencillamente perfecto y se combina con una banda sonora que es otro de los puntos fuertes de la película. Precisamente la música es la que enmarca determinados momentos, como cuando Yuri, sentado en un viejo almacén de armas ucraniano ensalza las virtudes la AK-47 como el mejor fusil jamás fabricado, todo ello con una sublime pieza de música clásica de fondo (no recuerdo que pieza era) en el que para mí es el clímax de la película. Y, a pesar de lo que diga la crítica, para mí el metraje tiene exactamente los minutos que debería tener, ni más ni menos.
Los actores están que se salen, especialmente Cage y Leto que han demostrado que son unos monstruos de la pantalla (en el buen sentido claro). También Hawke, en el papel de bueno buenísimo lo hace de maravilla. Precisamente, otra de las muestras de cruda y dura verdad que tiene El Señor de la Guerra es que el bueno buenísimo sale perdiendo a pesar de todos sus esfuerzos. En la particular lucha entre los personajes de Hawke y Cage hay momentos tan memorables como el cambio de nombre del barco en tiempo real, Cage traficando con helicópteros militares en las narices de su perseguidor y por supuesto, el desmontaje nocturno del avión en África. Otro personaje que también destacaría es el de Ian Holm, haciendo de viejo zorro que primero mira por encima del hombre al joven Yuri Orlov, pero luego tiene que rendirse ante su nuevo estilo de vender armas.
El final, por supusto, no podía ser otro. Es duro, pero fiel a la realidad. Por eso, aunque a lo largo de toda la película hayas tenido muchas oportunidades de reírte, tras el final, eres perfectamente consciente de que lo que te han contado ocurre de verdad en el mundo, y de que los responsables de ello quedarán impunes por sus actos. Así es la cruda realidad. Por eso, aunque a mí particularmente no me aportó nada que no supiese de antemano, sí me parece que es una película muy recomendable para determinada gente.

Por todo ello, tanto por su temática, como por su forma, es una película que, como casi todas las de Niccol, acabará formando parte de la historia del cine a pesar de no ser un éxito de crítica, como ya le pasó con la magistral Gattaca o con El Show de Truman.

El único fallo grave de la película, y que realmente no es culpa de la película, es el doblaje español. La voz que le han puesto a Cage es horrible, demasiado gangosa y artificial. No le pega ni con cola. Supongo que al ver la película en versión original se solucionará este pequeño inconveniente.

Mi puntuación | 8 sobre 10

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