miércoles, 3 de mayo de 2006

Peer Gynt

Peer Gynt es una de esas casualidades del arte que, sin pretenderlo se convierten en una obra maestra. Esta obra de teatro es además el encuentro de dos grandes genios noruegos: Ibsen y Grieg.

Peer Gynt nace como un drama en cinco actos que tomaba como base el folklore y la mitología nacional noruega para contar la vida de un ambicioso muchacho que vive insólitas aventuras, algo bastante diferente a la tónica habitual de las obras de Ibsen. En un principio, la obra estaba concebida para ser leída y no representada, dadas las enormes dificultades escénicas que planteaba. Sin embargo, alguien le convenció de que la introducción de una partitura profusa permitiría los trabajosos cambios de decorado entre escena y escena sin que el público acusase las pausas, y decidió recurrir a Grieg, produciéndose el memorable encuentro entre la mejor pluma y el mejor músico de Noruega de todos los tiempos. El fruto de esta conjunción de talentos fue Peer Gynt y el propio Ibsen siempre se vería obligado a admitir que parte del éxito que cosechó la obra se debía a aquellos números musicales, en un principio destinados a rellenar huecos. Por su parte, Grieg, que admiraba profundamente a Ibsen, temía no estar a la altura de las circunstancias y tuvo que superar numerosas dificultades hasta lograr una música que se ajustase perfectamente al texto.
Sin embargo, al final la música tuvo más exito que la obra teatral y Grieg se vió obligado a escribir dos suites que se encuentran entre las obras más populares de la música clásica. De una gran belleza e inspiración, son parte del patrimonio cultural noruego y representan a este país tanto como pueden hacerlo los fiordos o la literatura ibseniana. Sin embargo, como es habitual con las suites, la obra original, superior en todos los aspectos, ha quedado eclipsada, dada la dificultad que supone ejecutarla fuera del ámbito teatral, y la mayor parte del público ignora su existencia. Una pena, sin duda. Me encantaría tener la oportunidad de ver la obra completa algún día.
En estas suites, Grieg selecciona los mejores pasajes de la música de Peer Gynt, aunque faltan algunas piezas que superan a las que sí están incluidas en la suite.
Las dos piezas más conocidas de estas suites son sin duda, "La Mañana" y "Muerte de Ase".

"La Mañana" era originalmente el Preludio del IV Acto y constituye la música del amanecer por excelencia, un solo de flauta expone el conocido tema, que poco después toma el oboe, iniciándose un delicioso diálogo entre ambos, hasta que la cuerda ejecuta el tema con grandiosidad desarrollándolo por completo. Finalmente, la trompa lo repite una vez más, con suavidad, iniciando un lento declive que concluye con del desvanecimiento de las notas en el aire, como si el amanecer se hubiese trocado en manso atardecer sobre las aguas del mar noruego.
Yo no creo que exista un solo occidental que no sea capaz de identificar lo que representa, ignorando el título y la procedencia.

La "Muerte de Ase", aunque va después de "La Mañana" en la Suite nº 1, en realidad, pertenece al Acto III. En este acto, fallece Ase, la cariñosa madre del protagonista, que siempre le ha reprochado sus travesuras. Grieg escribió para este momento una composición de un dramatismo extremo, en "Andante doloroso", confiado por entero a la cuerda con sordina. A pesar de lo desgarrador de la pieza, sorprendentemente también transmite una enorme serenidad, que se explica por el contenido de la escena que la inspiró: en ella Peer sostiene con su madre moribunda un extravagante diálogo, en el que lejos de mostrar tristeza alguna, la convence del buen recibimiento que tendrá en el cielo, mientras que la anciana se muestra preocupada por las locuras que cometa su hijo cuando ella ya no esté.
Aunque menos conocida que "La Mañana", también es tremendamente famosa, quizá por su amplia utilización como banda sonora en documentales de guerra.

Por último, otra pieza muy conocida, reconocible por cualquier oyente, es "En la cueva del Rey de la Montaña". A pesar de su fama son muy pocos los que saben qué describe exactamente esta música ni quién es el susodicho rey de las montañas, en cuyo reino viven trolls, duendes y gnomos. En la mitología noruega los gnomos no son esos amables hombrecillos de gorro puntiguado que se saludan frotándose la nariz, sino seres sanguinarios que devoran a quien se adentra en sus dominios. Peer Gynt se adentra en estos dominios para seducir a la hija del rey de las montañas y consigue su propósito, pero cuando quiere huir sigilosamente de la gruta empieza a sentir que miles de ojos inyectados en sangre le observan y echa a correr. Los gnomos entonan un coro infernal, clamando "Un hijo de cristianos ha osado entrar en la cueva del rey de las montañas ¡Matadlo!" y se arrojan sobre él mientras cada gnomo exige la parte de Peer que quiere devorar y un anciano sugiere que traigan hielo para mantenerlo fresco. Naturalmente, en la suite desapareció el coro, siendo sustituido de nuevo por la cuerda, lo que le resta parte de la espectacularidad que poseía en su versión incidental. Sin duda, de los ocho números de la suite es en éste en el que más se percibe una acción concreta: el comienzo evoca la oscuridad de la cueva y el paso ligero en extremo de Peer Gynt tratando de salir de ella. El fagot, el violonchelo y el contrabajo suenan de forma casi imperceptible, de forma pesante, recreando sus pasos. Al poco se le unen el oboe y los violines en pizzicato, sugiriendo inequívocamente que anda de puntillas, pero entonces la música acelera su ritmo y el crescendo conduce a un tutti estruendoso, donde originalmente estaba el coro, en el que surgen de repente todos los duendes y trolls, furiosos. Atrapado el protagonista, un redoble contundente concluye esta breve pieza de apenas dos minutos y medio de duración.


Por tanto, termino este post recomendándoos que si tenéis oportunidad escuchéis estas dos suites, porque son bellísimas y creo que a todos, os guste la música clásica o no, os van a gustar.

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